Una prueba de manejo algo distinta realizamos durante enero. Aprovechando la época de verano, fuimos en familia hasta el corazón del Valle del Elqui, en la Región de Coquimbo. Con nuestros niños, buscamos algo de desconexión, salir del ruido y para este capítulo de la #TropaOnTour fuimos con el Geely Okavango, uno de los dos SUV que se presentaron en el relanzamiento de la marca a fines de 2024.
Es un vehículo grandecito, con tres filas de asiento y espacio para todo lo que necesita una familia que se escapa con dos pequeños. Hasta la guitarra nos llevamos.
Diseño: Elegancia con carácter
El Okavango no pasa desapercibido. Su diseño, es una especie de fusión entre una elegancia clásica y con modernidad, y la verdad es que queda funciona bien. No es vanguardista, es menos arriesgado que su hermano más chico el Geely Starray, pero está bien.
En el Okavango -nombre que se toma por un río de África- destaca una gran parrilla frontal, con un diseño tipo cascada con barras verticales en tonos cromados, lo que le otorga una presencia innegable en la carretera.
Mide 4.860 mm de largo, 1.910 mm de ancho y 1.770 mm de alto, con una distancia entre ejes de 2.825 mm y un despeje del piso cercano a los 170 mm.
Los faros LED, algo afilados y estilizados, aportan en este idea de sofisticación, pero también garantizan una excelente visibilidad en cualquier condición. Del resto podemos señalar que cuenta con líneas fluidas que recorren la carrocería y se combinan con detalles angulosos en la zona más baja. Ahí sí es un poco más atrevido con su apuesta estética.
Por el costado, llantas de aleación de 19’’, frenos de disco en las cuatro ruedas, con un diseño exclusivo, complementan la estética de este Geely Okavango, además de los pasos de ruedas en negro y con otro detallito cromado en la línea de la ventana. Los pilares ennegrecidos le dan un buen toque. Y por si fuese poco el espacio, hay barras portaequipajes para instalar una zona de carga extra.
En la zaga se mantiene el diseño más bien tradicional, con un pequeño spoiler y el juego de luces que recorre a lo ancho. En la parte baja unas salidas de escape falsas que son más bien embellecedores, pero que en verdad no fueron de gran agrado nuestro.
Para entrar al maletero, un portalón eléctrico que tiene la ventaja de que se puede ajustar desde la pantalla de infoentretenimiento los grados de apertura para acomodarse a diferentes espacios y personas de distinto tamaño.
¿Es sólo para grandes familias?
Muchas veces nos dicen que sus familias no superan las cuatro personas, por lo que a priori descartan un vehículo con tres filas de asientos.
Pero la verdad es que hoy las necesidades son diversas y la funcionalidad y versatilidad que entregan estos vehículos es enorme. Y no es sólo para familias numerosas, ya que podemos salir con amigos o arrancarnos con muchos bolsos como fue nuestro caso.
Uno de los puntos buenos es que al abatir la tercera fila, queda un espacio enorme, además de que en el maletero hay espacios ocultos para guardar más cosas. Pero además, si llevamos la tercera fila arriba, igual quedan cerca de 200 litros de capacidad de carga, donde caben un par de maletas de cabina. No es un espacio simbólico que no permita llevar casi nada.
Un tema llamativo de este SUV es que la segunda y la tercera fila dispone de asientos individuales. Y ojo, no es una banqueta como suele ser para tradicionales segundas filas, ya que cada asiento se desplazar hacia adelante o hacia atrás, jugando un poco con el espacio que necesitamos para tercera fila. Y para mejor, el piso plano permite más comodidad.
En esta zona del Okavango tenemos lugares para guardar vasos grandes, hay dos puertos de carga, salidas de aire, asientos individuales muy cómodos.
Otro punto positivo es que mediante una tira se pueden mover los respaldos, potenciándose la modularidad del vehículo. Con los dos últimos asientos abatidos la capacidad es de 1.200 litros -aquí extrañamos un cubreequipaje-, pero si se bajan las dos filas, queda un “potrero”, con más de 2.300 litros para cargar.
Habitabilidad
Y las plazas traseras, ¿son cómodas? Quizás cuesta un poco acceder a esa zona, pero lo bueno es que es un espacio para adultos y niños. También son muy cómodos y se pueden mover de manera individual. Incluso se pueden reclinar unos grados para viajar más cómodos.
Lo interesante es que se pensó en el espacio para las personas, para las piernas, pero también en el confort, con posavasos y salidas de aire ajustables en intensidad para la tercera fila. Hasta un espacio para el teléfono se dispuso, aunque nos hubiese gustado también otro puerto USB.
Respecto de sillas para niños o SRI (sistemas de retención infantil), el manual del SUV nos indica que se pueden llevar cuatro sillitas, dos en los costados de la segunda fila y dos en la tercera fila. Donde no se recomienda y por lo mismo no tiene anclaje (aunque eso no exigencia, ya que con el cinturón se puede ajustar) es en el asiento central de la segunda fila, imaginamos porque el cinturón de seguridad sale desde el techo.
En consecuencia, una gran habitabilidad que se explica un poco por la enorme distancia entre ejes (más de 2,8 metros) que tiene este Okavango.
Detalles del interior
El interior del Geely Okavango va de la mano con lo que vimos afuera, con un toque más elegante. Hay un trabajo bien hecho en términos de calidad de materiales, de las distintas texturas, con un estilo horizontal que sigue la apuesta del diseño exterior.
Los asientos son muy cómodos, son como acolchados y tienen ajuste eléctrico, con memoria para setear a dos conductores.
El volante más achatado en la parte baja busca darle una imagen más juvenil y dispone de distintos mandos, entre ellos el control crucero adaptativo.
En el centro de la consola nos encontramos con una gran pantalla central para el sistema multimedia. Es de 12,3’’ de tipo flotante y funciona bastante bien, es bien intuitiva. Dispone de CarPlay inalámbrico, pero también con el sistema QD-Link para los equipos con Android. Ahí nos gustaría que ya estuviese con el sistema tradicional también para Android, ya que eso que se refleje la pantalla no es nada cómodo.
Para cargas, tiene diversos puertos USB y posavasos adaptable, lo que nos sirvió bastante cuando debíamos dejar botellas o vasos de distinto tamaño. Y al costado otro espacio refrigerado para llevar bebidas y que no sufran con el calor.
Sobre la consola que separa los asientos delanteros, encontramos un pomo tipo joystick para la caja de 7 velocidades y doble embrague, además de freno de mano eléctrico y los modos de manejo. Y en la parte baja de esta zona, un espacio para dejar objetos más grandes y que así no queden tan a la vista.
Respecto del tablero de instrumentos, es 100% digital de 10,25’’ en esta versión Signature que es la tope de gama (3,5’’ en la opción Exclusive), con la información necesaria para la conducción, como el monitor de presión de los neumáticos, el consumo, la autonomía, además de la información de la radio, por nombrar algunos.
Y en el techo uno de los aspectos que nos encantó, más aún en el Valle del Elqui, ya que tiene un enorme sunroof panorámico eléctrico. Ver ese cielo estrellado en el Okavango era un espectáculo aparte.
Otra cosa que estaba muy buena y que no está en todos los vehículos, es el equipamiento de los asientos ventilados. En el Norte Chico nos tocó mucho calor, especialmente cuando fuimos a Montegrande, a conocer la casa escuela de Gabriela Mistral. Ese día el sol “pegaba” durísimo y cuando volvimos al Okavango realmente nos ayudó con la ventilación. Además, desde la pantalla se puede ajustar en tres niveles y refrigeraba bastante rápido.
Un paseo por el Valle
Manejamos bastante el nuevo Geely Okavango. Desde Santiago hasta el Valle del Elqui, luego para de paseo a los distintos pueblitos de la zona. Y un día hasta Totoralillo para ir a la playita.
Fueron distintos escenarios. Pendiente, asfalto, fuera de asfalto, harta curva, probando los distintos modos de manejo que tiene. Una prueba totalmente real de una familia en vacaciones, con todo lo que implica ir con niños en el auto también.
El comportamiento fue más que positivo. Las dos versiones que se ofrecen de este modelo en Chile comparten el mismo motor 2.0 Turbo de 218 caballos y 325 Nm, asociado a una caja automática de doble embrague y 7 velocidades.
Es el mismo motor del Geely Starray, donde ya vimos que se movía bien, pero es un SUV bastante más pequeño.
El Okavango con sus tres filas es más grande, más pesado y nos preguntamos se sería suficiente. Y la verdad es que sí. La sensación fue súper agradable en este contexto de disfrutar, pasarla bien y crear recuerdos.
El motor se siente que va tranquilo, relajado, que deja siempre un poco de potencia. Si bien no tiene recuperaciones tan inmediatas, esa entrega de potencia progresiva permite movernos con tranquilidad, incluso en caminos de altura. Nosotros llegamos hasta la localidad de Horcón, un pequeño pueblito bien entrado en el Valle del Elqui y nunca se complicó en la subida, a pesar de que íbamos cuatro adultos y tres niños.
Ya en caminos más suaves, los distintos modos de manejo hacen diferencia en el andar. En modo Eco se siente un pequeño lag cuando sales desde cero, hay un pequeño retardo al moverse, pero eso disminuye en modo Normal. Ahora, en Sport es mucho más reactivo, se acaba ese lag, pero cambia bastante el consumo. Una por otra.
Sobre este punto del rendimiento, el Okavango rinde 12,9 km/l según ficha técnica en régimen mixto. Pero eso es en el papel, es muy raro que uno obtenga el mismo consumo, porque obviamente en conducción real no se tienen las condiciones perfectas con las que se consigue esa cifra. Más cerca de los 10 km/l fue lo real.
Pero lo que es muy bueno en estos vehículos en que se hacen largos viajes, es que con un estanque logras una gran autonomía. Al salir de Santiago, con el estanque de 60 litros full, el computador nos decía que teníamos más de 700 km de autonomía, por lo que llegamos sin problemas hasta el pueblo de Diaguitas en el Valle del Elqui, a poco más de 500 km de la capital. Y lo hicimos sin tener que echar gasolina, sólo paramos para estirar las patitas, y comer algo con los niños.
Experiencia al volante
Junto al buen trabajo del motor, que además está bien asociado a la caja, nos gustó la suspensión, es muy confortable, tanto cuando íbamos con todo el equipaje, con las tres filas ocupadas o sólo con nuestros dos pequeños. Entrega una sensación firme, pero no rígida y se nota que es un chasis probado.
Lo interesante es que, a pesar de que es tracción delantera, de todas maneras se siente aplomado, no sufre de grandes transferencias de peso y es capaz de entrar en curvas con buena estabilidad. Ahora, obvio que si nos metemos a una curva a exceso de velocidad se sentirá menos seguro, pero no es el concepto del vehículo.
La aislación es otro punto a destacar. Permite viajes más agradables, con escaso ruido exterior, casi exclusivamente de rodadura. Ahí uno va viendo lo que significa el traspaso de tecnología de Volvo -la firma sueca pertenece al Grupo Geely, lo vimos con Starray y también ahora con este Okavango.
¿Y la dirección? Aunque nos gustan un poco más las direcciones un poquitito más firmes, sentimos que va bien con este vehículo, permite maniobrar sin problemas un SUV de grandes dimensiones y que tiene un amplio radio de giro. Pero lo interesante es que se puede ajustar a estilos personalizados desde los mandos en el volante, donde entrega opciones. Confort, Standard y Deportivo, aunque las diferencias son más bien sutiles.
Protección de ocupantes
El equipamiento de seguridad es bastante correcto, con seis airbags de serie, además en esta versión Signature suma una serie de asistencias como alerta de tráfico cruzado, cámara 360, detector de punto ciego, mantenimiento de carril, advertencia de apertura de puerta, sensores de proximidad, entre otros.
También dispone de control crucero adaptativo, donde podemos regular la velocidad y podemos setear la distancia respecto al vehículo de adelante.
Este sistema lo probamos bastante considerando las distancias que recorrimos y nuestra sensación es que se podría calibrar un poco mejor para no hacerlo tan exagerado en el frenado. Cuando se metía un auto delante de nosotros, disminuía muy brusco la velocidad, lo mismo al entrar en curvas, desaceleraba muy rápido y eso hasta puede ser poco seguro para los que van detrás de nosotros en la carretera. Obviamente eso lo hace para aumentar la seguridad, pero sentimos que puede ser un poco más suave, lo que redundará en un mayor confort de viaje.
Conclusión
El Geely Okavango es un modelo que llegó a pelear en un segmento que tiene actores reconocidos. Respecto del precio, nuestra versión de prueba tiene un valor de $26.690.000 (puede bajar dos millones con financiamiento de la marca).
Seguramente algunos rivales estarán en el mismo origen chino, como Chery Tiggo 8 Pro Max, JAC JS8, Jetour X90, Changan X7 Plus o DFSK 600, aunque éste último es híbrido.
Ahora, por equipamiento, algunos también lo pondrán frente a modelos de marcas más tradicionales, como un Hyundai Santa Fe o un Kia Sorento, pero estos SUV dieron un salto muy grande y tienen precios bastante más altos.
Pero en líneas generales, se trata de un producto bien pensado, con una muy buena relación precio-equipamiento.
Los puntos altos van por el cómodo andar, el confort de marcha que le entrega a los ocupantes, la versatilidad y facilidad para ajustar los asientos a las necesidades y por el enorme espacio que ofrece en las tres filas de asientos.
También tiene un correcto motor, bien acoplado a la caja, con un rendimiento que no servirá para ahorrar en demasía, pero tampoco se trata del más gastador (y no es el clásico 1.5 turbo de tantos modelos). A eso le sumas buen nivel en tecnología y seguridad acorde a los tiempos de hoy, claro que con algunos detalles que pueden corregirse a futuro para hacerlo aún más competitivo.
Acá el video con esta edición de la #LaTropaOnTour junto al Geely Okavango: